-EL PRESENTE TEXTO NO ES ACONSEJABLE PARA MENORES DE 18 AÑOS-
El nombre del personaje del que hablaré hoy es: Henry Desire Landrú como es normal en casi todos los personajes del hampa, tenia “alias”, y el de él era: El moderno Barba Azul.
Lugar de los asesinatos: Francia.
Fecha de los hechos: 1914 al 1919.
Número de víctimas: 10 localizadas, pero se habló incluso de hasta de 300 víctimas.
Tipología de las víctimas: mujeres entre 45 y 50 años, todas viudas.
Tipología del asesino: Sádico, cazador.
Modus operandi: Landrú se aprovechó de las mujeres que quedaban viudas por las muertes de sus maridos en los campos de batalla en el transcurso de la primera guerra mundial.
Captura de Landrú: La hermana de una de las víctimas reconoció al asesino, denunciándolo.
inmediatamente. Una vez detenido, fue juzgado y condenado a muerte el 22 de febrero de 1922.
Henri Désiré Landrú nació en París en 1869. Hijo de un modesto industrial y de una costurera, su infancia transcurrió entre sus estudios, de los que obtenía unas buenas calificaciones, y la religión, pues era una familia respetuosa y muy creyente. En éste ambiente transcurrieron sus primeros 20 años, que fue cuando un acontecimiento de tipo familiar le hizo cambiar su vida. -Pero Landrú tenía un problema desde muy niño: le gustaba el dinero y vivir bien-. Entonces estaba en torno a los 20 años cuando mantenía una relación apasionada con una prima, que al quedar embarazada de él, tuvieron que casarse. Poco tiempo después de su matrimonio, un hombre joven cómo era Landrú y en plena guerra mundial, hizo que fuese llamado a filas partiendo a la guerra a cumplir con sus obligaciones militares.
Pero antes de marchar al frente, entre 1902 y 1914, ya había cometido algunos delitos menores, por necesidad de dinero, que le valieron tres penas de cárcel sucesivas lo que provocó que su padre, hombre escrupulosamente correcto y honesto, avergonzado por el comportamiento de su hijo, se suicidase.
Para Landrú, que estaba entrando en la pendiente de la estafa, la Gran Guerra de 1914-1918 le proporcionó la oportunidad de explotar ese “negocio” con su talento. Observó que las bajas de compañeros que a diario se producían en el frente de batalla, dejaba un gran número de viudas, número que aumentaba día a día, quienes, a su vez, muchas de ellas, -pensemos en la época de la que hablo- colocaban en los periódicos anuncios matrimoniales. Esta lectura fue para Désiré una revelación de dónde poder sacar dinero fácil, comprendiendo que un hombre como él, atractivo y joven aún, podía aprovecharse de esta situación.
Y así es cómo ideó un plan. Landrú comenzó en 1914 a publicar en los diarios un anuncio que decía: «Señor serio desea casarse con viuda o mujer incomprendida entre 35 y 45 años». Al ver semejante anuncio, ellas que también insertaban otros pidiendo compañía, comenzaron a escribirle, en la mayoría de los casos con propósitos honestos de matrimonio (otros menos honestos), recibiendo gran cantidad de cartas que organizó con esmero para estudiarlas y clasificarlas posteriormente.
Cómo las clasificaba. Mediante fichas de las candidatas, las cuales llevaban la anotación S.F. (sin fortuna), siendo descartadas de inmediato por el ambicioso Landrú; a las otras, les enviaba una respuesta para recoger más información y asegurarse de la rentabilidad que podría sacar del idilio.
Por tal motivo fue llamado «El Moderno Barba-azul» siendo el asesino de masas más famoso de París, Francia, igual que Jack el Destripador en Londres, Utilizaba su encanto para ganarse el corazón de docenas de mujeres solitarias. Ellas querían casarse; él quería su dinero y sus vidas para garantizar su silencio.
Asesinando por Dinero
Landru utilizó un viejo truco para hacer saber que era un viudo de buena posición que deseaba casarse: simplemente puso un anuncio en los periódicos. Recibió miles de contestaciones. Seleccionó las que le parecieron más interesantes, alquiló una villa aislada en las afueras llamada «Ermitage», y empezó a hacer contacto con las pretendientes. Atento y encantador se ganaba su confianza, especialmente mujeres solitarias, viudas y con algún capital. Y así fueron cayendo una tras otra en la trampa tan hábilmente preparada por el asesino. Después de un breve plazo durante el que gozaba de sus encantos, las convencía para que le dejasen sus ahorros. Luego, las mataba, las descuartizaba con una sierra y las quemaba, incinerándolas en el horno de la villa «Ermitage».
Su primera conquista obtenida por este método fue la de la viuda Jeanne Cuchet de 39 años, quien vivía con su hijo de diecisiete años y cuyos ahorros podían considerarse como consistentes. La señora Cuchet tenía una necesidad urgente de afecto y para Landrú, -con su exquisita cortesía y su aspecto de «caballero»-, no le fue difícil seducirla. Su primera identidad fue la de Diard, inspector de correos, proveniente de Lille debido a la ocupación alemana. No sólo le prometió matrimonio, sino que además ofreció conseguirle al joven Cuchet un empleo estable y con futuro en la administración. La viuda aceptó y se fue con él al apartamento que Désiré previamente había alquilado en Vernouillet. Madre e hijo desaparecieron sin dejar rastro.
Alentado por su primer éxito, Landrú se animó a repetir la hazaña; llevó a cabo varias aventuras sentimentales de forma simultánea. Entre 1915 y 1919, hizo nueve conquistas sucesivas. La mayoría de sus «prometidas» eran viudas cuyas edades variaban entre los 45 y 50 años. Ellas, dispuestas a creer en todas las charlatanerías de su futuro esposo, le confiaban sus negocios, joyas, muebles y ahorros después de la «luna de miel» en la campiña.
Cuando a Landrú le pareció que el apartamento en Vernouillet ya no presentaba las garantías necesarias de discreción, lo abandonó y se fue a rentar una pabellón llamado «La Ermita» en Gambais, lugar ideal para esconder sus amores.
Désiré hacía sus conquistas en París y de vez en cuando pasaba los domingos en Gambais. Llevaba una vida casi normal. Visitaba a sus hijos con frecuencia, mostrándose con ellos como padre atento y a su esposa le regalaba joyas de las cuales nunca le explicó su procedencia.
Cómo fue descubierto
Pero, como nada es eterno, a Landrú se le acabó la suerte cuando los familiares de las desaparecidas comenzaron a mostrar preocupación. Los primeros, fueron los parientes de la señora Collomb, la quinta novia de Désiré, quienes escribieron una carta al alcalde de Gambais para pedir noticias de la joven y de un tal señor Dupont con quien había sido vista por última vez. Poco después fue la familia Buisson la que buscaba a la que fue la séptima novia de Landrú y a quien acompañaba un tal Frémyet en Gambais. El alcalde nunca había oído el nombre de Frémyet, pues fue Dupont (Landrú) el que alquiló «La Ermita».
La policía abrió una investigación de inmediato y se dio a la difícil tarea de localizar a un hombre calvo, con barba negra y de estatura mediana. Con esta vaga descripción, fue el azar el que permitió que la hermana de la señora Buisson se cruzara con Landrú el mismo día que se presentó la denuncia. Lo vio en una tienda de la Rue de Rivoli comprando porcelanas, acompañado de una nueva víctima: Fernande Segret. La policía interrogó al comerciante y encontró que Désiré, había dejado su tarjeta «Lucien Guillet, 76, Rue Rochechouart».
Para el 13 de abril de 1919, Le Petit Journal publicaba un artículo con la detención de Landrú en el que informaba a sus lectores, que éste estaba inculpado de robos con agravantes y de estafas y que durante varios años se ocultó con nombres falsos. Además, el diario sentenció: «pero cargos más graves pesarán sobre él».
Los guardias se trasladaron a Gambais. Descubrieron la cocina, el cobertizo donde Désiré amontonaba la ropa y los muebles de sus víctimas. Encontraron además, osamentas humanas calcinadas. Pero las pruebas convincentes fueron sus ficheros y la libreta en la que anotaba, con una meticulosidad asombrosa de ahorrador compulsivo, los precios de los boletos de ferrocarril de París a Gambais.
El proceso de Landrú, duró dos años. El público cambió las preocupaciones de la reciente guerra por el juicio del hombrecito calvo, barbudo y con perfil de pájaro que negaba con calma, bromeaba con cinismo y daba en todo momento muestras de la más delicada cortesía. En su celda estudiaba sus expedientes, recibía obsequios y propuestas de matrimonio por parte de sus admiradoras. En las elecciones de 1919, cuatro mil franceses propusieron a Landrú como candidato.
Los debates eran seguidos con pasión, ya que si bien nadie ponía en duda la culpabilidad del acusado, tampoco había ninguna prueba formal. No se encontró ningún cadáver ni de las diez novias ni el del hijo de la señora Cuchet. Los huesos humanos reducidos a cenizas, encontrados en la cocina, eran solamente 996 gramos. Había grandes conjeturas, pero ningún testimonio.
El abogado de Désiré, el señor de Moro-Giafferi, a pesar del talento demostrado, no logró salvar a su cliente. Sin embargo, las últimas palabras que Landrú le dirigió a su defensor fueron: «Le he confiado una causa bien difícil… digamos desesperada… En fin, no es la primera vez que condenan a un inocente». Ante el escepticismo del señor Moro-Giafferi, añadió: «Sí, maestro, digo bien: inocente».
Después de tres semanas de proceso, Landrú fue condenado a muerte la madrugada del 22 de febrero de 1922, siendo guillotinado a las puertas de la cárcel de Versalles.
Se llegó a decir que Landru pudo haber asesinado a 300 mujeres, pero lo cierto es que nunca se llegó a saber el número esacto de víctimas, ya que en ningún momento reconoció ser el autor de un sólo asesinato ni dio ningún tipo de pista que pudiera esclarecer su caso. Y así es cómo acabo la vida de Landrú en este Mundo, diciendo que él, era inocente. Lo era. No lo era. Sólo Dios y él lo sabrán.
•Sra. Cuchet, viuda, 39 años y su hijo de 17 años.
•Sra. Laborde, viuda, 46 años.
•Sra. Guillin, 51 años. Fea, pero con una herencia de 20,000 francos.
•Sra. Héon, la primera que fue a Gambais.
•Sra. Collomb, viuda, 39 años.
•Andrée Babelay. La excepción, 19 años, guapa y sin dinero, no fue reclutada por anuncio sino en un encuentro casual en el Metro.
•Sra. Buisson. Virtuosa que tardó dos años en ceder.
•Sra. Jaume. Muy católica, aceptó las proposiciones de Landrú tras la oferta de matrimonio.
•Sra. Pascal. Joven y guapa. Antes de irse a Gambais le escribió a su tía: «No sé lo que hay en él, pero me asusta. Su mirada ceñuda me angustia. Parece el diablo».
•Sra. Marchadier. Antigua prostituta. Partió a Gambais acompañada de sus tres perros que también desaparecieron sin dejar huella.