Otro empate de la SD Huesca a domicilio tan meritorio como escaso. La cota de la salvación se eleva de los cinco a los siete puntos cuando solo quedan nueve por disputar, la segunda división se ve muy cerca salvo milagro.

Marcador final del partido

1-Villarreal CF: Andrés; Mario Gaspar, Funes Mori, Álvaro, Quintilla; Cáseres (Manu Trigueros, 84´), Cazorla, Samu Chukwueze, Fornals, Toko Ekambi (Pedraza, 66´) y Bacca (Gerard, 56´).

1-SD Huesca: Santamaría, Galán, Pulido, Etxeita, Miramón (Mantovani, 35´), Herrera, Ferreiro, Moi, Juanpi (Melero, 61´), Ávila y Enric Gallego (Cucho Hernández, 61´).

Goles: 1-0, min. 30: Fornals. 1-1, min. 78: Chimy Ávila.

Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Técnico Murciano). Amonestó por el Villarreal a Mario Gaspar, Quintilla, Cáseres, Ekambi y Fornals, y por el Huesca a Javi Galán y Herrera. Expulsó con roja directa a Pulido (min. 90).

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 35 de La Liga Santander disputado en el Estadio de la Cerámica ante 17.901 espectadores.

El Huesca empató en Villarreal cuando necesitaba vencer para alimentar sus esperanzas de permanencia en la Primera División. Se estira así una racha de seis partidos sin perder que reúne mucho más mérito futbolístico que trascendencia real en la tabla clasificatoria, pues el Huesca se despertó este domingo a cinco puntos de la salvación y se acostará a siete, tras el triunfo del Girona sobre el Sevilla. En las jornadas finales, igual los títulos que las salvaciones milagrosas requieren victorias, y en la susodicha racha aragonesa solo figura una victoria ante el Éibar. El resto, como ante el Villarreal, igualadas. En verdad, más que un premio, el punto constituye una condena. Con solo nueve puntos por disputar hasta el cierre de la competición, una sola victoria del Girona o del Levante sentenciaría a los azulgranas aunque ganáramos los tres careos que restan. Lo dicho, un milagro.

Pese a que el Girona había amargado la comida con el gol de Portu ante el Sevilla, el Huesca salió animado al campo. De inmediato llegó la primera oportunidad aragonesa, en un error escolar del central Funes Mori, que entregó la pelota a Ávila en el borde del área. Solo ante Andrés Fernández, en un uno contra uno clarísimo, no supo resolver el Chimy. El guardameta del Villarreal, ex del Huesca, que este domingo relegó al banquillo a Asenjo, demostró que es el mejor portero que ha defendido el portal altoaragonés desde el salto al fútbol profesional de la entidad oscense. Tras este inicial chispazo visitante, el Villarreal aportó muchísima tensión a la reunión. Así se generó un arranque eléctrico. La siguiente descarga fue inmediata, en esta ocasión sobre la puerta que cuidaba Santamaría, que detuvo con gran acierto un remate de Samu.

Los dos cuadros habían iniciado el careo con las pilas cargadas. Además de watios en la hierba, también había decibelios en la grada. Se colgó el cartel de no hay billetes en la taquilla. El Huesca tampoco estaba solo. Más de un millar de aragoneses arroparon al equipo azulgrana en este viaje trascendental. La Federación de Peñas del Villarreal también había repartido 17.000 cartulinas amarillas para teñir el graderío de su color corporativo. Sobre el campo, Mario no tardó en aumentar el número de cartulinas amarillas a 17.001. El Huesca apretaba y el zaguero levantino tapaba como podía.

Francisco volvió a pintar el esquema que tan bonito quedó ante el Éibar, con defensa a cuatro, integrada por Miramón y Galán en las bandas, y Etxeita y Pulido en el centro. En el medio, doble pivote para Yangel y el ex villarrealense Moi Gómez. Más adelantados, un trío de mediapuntas constituido por Juanpi, Chimy y Ferreiro. Como punta de referencia, Enric Gallego. En frente, el Villarreal europeo que ha escapado de las brasas del descenso tras acumular tres triunfos consecutivos. Todo es más sencillo con Fornals, Cazorla y Cáseres al mando. Qué decir de peloteros del nivel de Bacca, Ekambi y Samu como amenaza.

El avance progresivo del reloj confirmó que la racha aragonesa tampoco era aleatoria. No solo aguantaba el Huesca, sino que lograba rebatir. Así la tuvo Juanpi, tras otra aparición del agitador Chimy, mucho más activo desde que le auxilia Enric Gallego. En el Villarreal, el único que quería la pelota era Cazorla. Querer no en su acepción primera, pues la querían más jugadores. Me refiero a querer en el sentido de amar, en el de entender el juego desde el cariño, de acariciar la bola, de leer el partido desde la pureza más limpia del fútbol. En esa dicción, nadie como Cazorla, generador de peligro diáfano desde la belleza.

Si el talento no escasea en el Villarreal desde el medio hacia adelante, otra cosa es atrás. El equipo amarillo evidenció que la calidad también es necesaria en defensa, que no debería ser exclusiva para anotar, sino también para evitar que anote el rival. Quizá por eso ha sufrido tanto en el actual ejercicio liguero el cuadro levantino, vulnerable y falto de rigor en la contención. Y con pifias impropias de Primera División. Al error de bulto inicial de Funes Mori hay que agregar otro error monumental del otro central, Álvaro, que dejó la pelota franca para el Chimy, que volvió a desperdiciar otra oportunidad muy clara mediado el primer acto.

El peligro estimuló al Villarreal, que rompió la igualdad inicial en un eslalon de Samu finalizado con una rabona de lujo por Pablo Fornals. No juega fácil Fornals, pero sí bonito. Este domingo dejó un golazo. Ya en ventaja, Cazorla consolidó su hegemonía ante un Huesca que acusó el golpe. Con criterio, con pausa, fantástico Cazorla. Cuando Yangel y Moi dejaron de rascar, incluso maravilloso. Con el tráfico central monopolizado por el Villarreal, el Huesca respondió con una penetración por la banda izquierda de Galán finalizada con un remate de cabeza de Gallego. Antes del descanso, la lesión de Miramón, reemplazado por Mantovani, incrementó el capítulo negativo de un colectivo con mucho mayor balance negativo en el marcador que en el terreno de juego, pues bien pudo haber empatado por medio de Yangel, que remató desde dentro del área, replicando otra vez de forma sensacional Andrés Fernández. También pudo haber igualado Enric Gallego, tras una contra bien llevada por el Chimy inmediatamente antes del intermedio.

En la reanudación, desde el inicio el Huesca manifestó sus ansias por marcar para sumar. No modificó el dibujo Francisco, pero sí elevó el marco para dibujar. Dio un paso al frente el Huesca. Uno es poco. Hubo muchas más zancadas hacia el área rival. Calleja entendió entonces que era mejor tenerla que empujar arriba. Por eso cambió a Bacca por Gerard Moreno. El exespanyolista comenzó a advertir el peligro desde el balcón del área. Menos mal que Santamaría no lo perdió de vista. Un macetazo a estas alturas de la tarde habría sido definitivo.

Pero el Huesca también sabía que había que tener la bola para vertebrar juego, para crear peligro. Así, Francisco retiró a Juanpi y Enric Gallego, sustituidos por Melero y el Cucho. Quedaba media hora. Llegados aquí, los aragoneses se rasgaron la camiseta y se fueron ya de forma definitiva a por el Villarreal. En la ofensiva se asumieron riesgos, se cedieron tiempo y espacio para el contragolpe local. Ekambi pudo cerrar un partido roto por completo, con el riesgo visitando ambas áreas. Los levantinos perdonaron primero y recularon después. Daban por buena una victoria mínima con valor máximo. Merecía más el Huesca, que lo exponía todo. Tanto esfuerzo, tanto coraje, tanto valor, tantos… Así llegó la igualada en un servicio desde la izquierda de Moi finalizado con un certero y letal disparo cruzado del Chimy. Restaban 10 minutos. La volvió a tener el Cucho, que disparó muñeco de Andrés Fernández. Otra vez pudo ganar el Huesca. Otra vez pudo ser sí. Otra vez fue no.

Efe
Fotos: C.Pascual