El Bada Huesca cae eliminado en Torrelavega y se queda fuera de la Final a 8 de la Copa del Rey.

35-Bathco BM Torrelavega. Carlos Calle, Mile Mijuskovic; Facundo Cangiani (3), Martí Villoria, Mikolaj Czaplinski (2), Jorge Prieto (1), Daniel Ramos (1), Borja Lombilla, Ivan Popovic (1), Fabrizio Casanova (5), Sergio Crespo (2), Oswaldo Maestro (2), Alonso Moreno (7), Pedro Berrio, Isidoro Martínez (5) y Nicolai Colunga (6).

33-Bada Huesca. Leo Tercariol, Daniel Arguillas; Iván Montoya (3), Adriá Pérez (1), Domingo Mosquera (7), Ian Moya (3), Ignacio Suárez (1), Pere Arnau (2), Dija Cruz (5), Rodrigo Benites (1), Janez Gucek, Miguel Malo (3), José Jorge Floris y Rudolph Hackbarth (5).

Parciales
2 – 2, 6 – 6, 8 – 8, 10 – 10, 15 – 14, 17 – 16, descanso
19 – 20, 22 – 22, 25 – 26, 27 – 28, 31 – 30, 35 – 33, final

La ilusión del Bada Huesca por estar en la Final a 8 de la Copa del Rey en Santander ha acabado en Torrelavega. Acaba de perder (35-33) porque en el intercambio de goles ha sido peor, por nos saber descifrar la defensa 5:1 de los cántabros, por precipitarse en algunas fases del encuentro y por la permisibilidad de las decisiones arbitrales en las defensas a Montoya.

Todo ello metido en un coctelera y convenientemente agitada fue favorable para el Torrelavega que, además, tuvo en su portero Carlos Calle como estrella en momentos decisivos del encuentro. Que el partido iba a ser intenso se sabía de antemano. Estar en la Final a 8 es un premio muy goloso por lo que todo conlleva. Y partidos así, a eliminatoria única y fuera de casa requiere de saber jugar.

Los cántabros salieron con una marcha más. Y en los diez primeros minutos acumuló tres exclusiones. Colunga, Isidoro y Popovic dejaron de forma escalonada a Bada en superioridad y los de Nolasco no supieron rentabilizar esas ventajas. Quizá hasta le vinieron bien a los locales. En partidos así hay una tendencia a equilibrar las cosas. Si los colegiados hubieran seguido con el mismo baremo durante los 60 minutos de partido, quizá, Montoya hubiera sacado más siete metros y más exclusiones, pero no. Lo que recibió fue palos con hasta tres jugadores encima en cuanto atenazaba la redonda.

Refugiarse sólo en ello para justificar la eliminatoria del Bada Huesca tampoco sería correcto. En ocasiones, la precipitación en las decisiones le pasó factura, demasiada. Más de un lanzamiento hubiera necesitado de algo más de elaboración de juego. Lo mejor del primer acto es que siempre se estuvo en partido. Incluso cuando Torrelavega cambió su 6:0 por un 5:1 con Colunga en el adelantado y que trabó en demasiadas ocasiones el ataque del Bada. Los centrales no encontraron la fórmula para desmontarlo, pero, al menos, se estaba en partido.

La lluvia de goles en ambas porterías dejaba la derivada clara. El primero que enlazara tres acciones certeras arriba y las mismas atrás compraba boletos para la Final a 8. Torrelavega cambió porteros y fue hasta una bendición para el Bada Huesca en el segundo acto. Por contra, los altoaragoneses, debido a la baja de Terçariol, mantuvo en pista a Arguillas excepto en un 7 metros en el que salió el canterano Pablo Casterad. El capitán sacó alguna bola, sí, pero también le sobrepasaron en más de una ocasión. El regreso de Calle a guardar los intereses de los cántabros fue una mala noticia para los altoaragoneses. Volvió a sacar bolas importantes y a poner a los suyos por el buen camino.

Bada Huesca llegó a llevar rentas de dos tantos en ese segundo acto, pero se terminó deshilachando. Más de una decisión arbitral le sacó de quicio y acabó yéndose del 40×20 en los cinco últimos minutos para certificar su eliminatoria de la Copa del Rey.